Bojayá sueña con la paz
Mientras
había un boom mediático entre críticas y elogios por el Premio Nobel de Paz entregado al Presidente Juan Manuel Santos, él se dirigía a Bojayá como sitio de
primera aparición pública luego de ser galardonado. En la misa celebrada hizo
el anuncio esperado, el dinero lo donará a las víctimas del conflicto que tanto
se ha esmerado en terminar, decisión bastante sensata dado que la paz en estos
momentos está bastante nublada y bombardeada a nivel nacional.
La
población recibió al Presidente con bastante cariño y alegría, es que ellos sí
saben perdonar y ven con ojos de emoción la llegada de este premio, que para el
pueblo y para muchos colombianos significa una luz de esperanza para el acuerdo
que el dos de octubre fue rechazado por el 18 por ciento de patriotas
habilitados para votar.
Claro,
dentro de esos no se encontraba Bojayá, puesto que su voto fue un sí rotundo
con un 95 por ciento. Pese a que este pueblo fue víctima de una de las mayores masacres
de las FARC. Catorce años después, como consuelo y parte de la reparación de
las víctimas, este grupo armado pidió perdón por los hechos en una ceremonia íntima
y libre de prensa el pasado diciembre.
Ellos
votaron sí al plebiscito. Ellos quieren vivir en paz y dejar de ser una zona de
riesgo. Si esta población, que fue fuertemente afectada, es capaces de perdonar
y votar sí, con qué cara los colombianos indiferentes al conflicto dicen no, por
la sencilla razón de llevarle la contraria al Presidente y sabotear el proceso.
No
solamente Bojayá tiene esperanza del fin del conflicto, también espera
cumplimiento de promesas para mejora en pro del desarrollo de la población.
Perdonaron al gobierno por el desamparo en esta situación de violencia, en esa
época con Pastrana al mando, se ignoraron las alertas de la posible catástrofe que
evidentemente ocurrió con la llegada de las AUC a territorio de las FARC y el
enfrentamiento por controlar territorio.
Sumado
a lo anterior y las excusas del gobierno de no llegar a tiempo ese dos de mayo —dicen que la reacción no pudo ser rápida por las dificultades de
movilización al sitio—, restó importancia
al hecho, así como había hecho con las alarmas, e inculpó a las FARC y a los
paramilitares, cuando la misma comunidad reconoció militares en la zona
cooperando con las AUC. Tiempo después el gobierno reubicó a la comunidad pero
dejó sin tierras para la siembra, de la cual subsistían, las cambió por casa de
concreto inundables, un polideportivo y un centro de salud sin medicamentos,
que poco resolvieron.
Se necesitará en el resto del país más masacres para decir sí a
la paz o será que los indiferentes podrán entender que la paz es necesaria. Expertos
lo han dicho, este acuerdo está mejor que otros que se han hecho en el mundo,
además de acuerdos pasados del país. No queremos “entregarle” el país a los
líderes de las FARC, pero si dejamos que los cuatro gatos millonarios manejen
el país a su antojo. Cuál coherencia, Colombia no tiene memoria, siempre se ha
dicho y es una nación ciega llevada por los medios.
Entre tanto el país está revolcado entre ofensivas mediáticas y
un tira que hala entre el sí, el no y las FARC. Amanecerá y veremos, pueda ser
que no se repita el circo con los acuerdos con el ELN. Por ahora, hay que rezar
para cumplir a nivel internacional, que parte de todo el apoyo en el proceso
acaban de aterrizar un importante incentivo, el Premio Nobel de Paz. Con todas
las desgracias de Bojayá y el apoyo al sí, era apenas elemental que el
Presidente hiciera acto de presencia luego de este premio.
Ojalá ahora sí el gobierno vuelva la mirada hacia esta pequeña
pero maltratada población del Chocó y cumpla con su deuda. Ojalá Santos, las
FARC y el combo de Uribe logren ponerse de acuerdo para entregarle la paz a
Bojayá y a los siete millones de colombianos, especialmente a los afectados por
estos 52 años de conflicto.
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